Yo la escribía en la mente, habían intenciones de construirle un paraguas para cubrir su casa de la lluvia. No estuvo en la mañana, yo tenía una falsa serenidad, pensaba en verdad, ella no estaba, y no era porque dormía. Tejí en mi corazón un deseo por estar allí y apretar la distancia cruzando mis manos en su espalda.
En medio del bullicio del día
abrí un libro que llevaba guardado en el bolso,
y me decidí a recitar en voz alta,
como hablándole a sus ojos,
aunque no pudiera escuchar,
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yo le hablé a sus mirar:
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Voz de Doble A
Voz de Una A (29-05-2013)
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«Ha llovido durante días:
fina, filosa, pertinaz el agua
pudre, lava y abrillanta.
Ajena a toda intemperie
Que no fuera la propia,
yo regaba las plantas
del lado cálido del vidrio.
Hoy al fin he salido a mirar
algo que no soy, el lago
alrededor del estrago
de los trabajos: tuve que salir
a distraer mi cuerpo del daño
visible: dolores al escribir,
árboles segados de raíz.
Días enteros de llover dejaron
charcos que hubieran sido
espejo de las altas copas
duplicándose,
pero lo continuo se ha quebrado,
y ahora sólo se ve allí cielo,
agua, esos veranos.»
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